Inicios de la Nueva Ciencia de Agua

Sabemos lo crucial que es el agua para la vida en la tierra. Somos casi dos tercios de agua y través de ella estamos conectados con todo lo que ha vivido o vivirá en la tierra.

Sin embargo, si el agua es una de las sustancias más importantes de la tierra, también es una de las más misteriosas.

En los tiempos modernos algunos estudios científicos sugieren que el agua podría ser no sólo una sustancia inerte que da vida, sino quizás una que vive en sí misma, y una que recuerda.

A medidos de la década de 1980 un inmunólogo Francés que estudiaba las alergias y la inflamación descubrió un método para detectar alérgenos en un nivel muy sensible. Este descubrimiento fue el comienzo de todo: uno de los jóvenes médicos de su equipo de investigación quiso probar la eficacia de las diluciones homeopáticas. En la homeopatía una substancia se diluye muchísimas veces en agua hasta que esta agua, no contiene físicamente ninguna molécula de la substancia original y sin embargo puede usarse para tratar los síntomas. Cuanto más diluida esté la substancia, creen los homeópatas, más potentes son sus poderes curativos.

El estudiante quería examinar el agua con este nuevo método y su jefe respondió: “Pruebe si quiere, pero no tendrá ningún efecto. Las diluciones altas son simplemente agua.”

Diluyeron en agua una substancia que causaba una reacción alérgica hasta que no quedaron moléculas de la substancia original. Cuál fue su sorpresa, cuando, al agregar esta agua “pura” a las células vivas, ésta provocó, sin embargo, una reacción alérgica, como si las substancia alergénica todavía estuviera presente. Era como si el agua hubiera retenido de alguna manera el recuerdo del alérgeno con el que había estado en contacto anteriormente.

Sometieron su documentación a la comunidad científica de la época, sin embargo el grupo de científicos perdió gran parte de su prestigio y credibilidad.

No fue hasta el año 2009 cuando otro científico Francés, esta vez uno que había ganado el Premio Nobel 20 años antes, retomó esta cruzada. Ese año él publicó un artículo en el que afirmaba que había sido capaz de detectar ondas electromagnéticas emitidas por el ADN en una muestra de agua, incluso después de que las secuencias de ADN se hubieran diluido mucho, como si el agua de alguna manera estuviera recordando el ADN. Esto se parecía mucho a la obra tan difamada de casi treinta años antes.

Este científico también fue ampliamente criticado, pero con un Premio Nobel en el bolsillo, no se dejó intimidar. Él fue quien, en 2011, descubrió que una muestra de agua altamente diluida (que poseía las ondas electromagnéticas de las secuencias de ADN) podía transmitir la información a un segundo tubo, y que al iniciar la reacción en cadena de la polimerasa, se replicaban “casi milagrosamente” las mismas secuencias de ADN de la muestra original. ¡Este resultado se repetía incluso en el caso de que las ondas electromagnéticas fuesen transmitidas en forma digital de un país a otro a través de la Web!

Si quieres saber más de esta maravillosa ciencia del agua puedes acceder al documental o escribirnos a contacto@jarrasdevida.cl

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